La importante ansiedad que genera el desempeño sexual en los pacientes con enfermedades cardiovasculares debido al miedo que desarrollan tanto el paciente como su pareja ante la posibilidad de un nuevo evento doloroso, hace este desempeño casi insuperable. Este miedo atenaza con más intensidad a las mujeres cuando su pareja es la afectada.

Existen suficientes evidencias para decir que las complicaciones, riesgo de re-infarto o muerte durante la actividad sexual son muy bajas.

Antes de dar las oportunas recomendaciones y aconsejar a un paciente, es imprescindible conocer el esfuerzo o capacidad funcional necesaria para una relación sexual, los cambios fisiológicos que acontecen en ella, y cómo puede autoevaluarse el paciente.

Esta capacidad funcional se establece mediante la realización de una ergometría o prueba de esfuerzo que cuantifica el gasto energético del ejercicio o capacidad funcional del individuo, mediante la valoración del consumo de oxígeno durante el esfuerzo, designando la equivalencia metabólica o Mets como unidad de medida (1 Mets equivale a un consumo de 3,5ml/kg/minuto de 02 en una persona sana en reposo).

La capacidad funcional o requerimientos energéticos durante una relación sexual son aproximadamente de 2,5 a 3,7 Mets en la fase pre-orgásmica y 5 a 5,4 Mets durante los 15 ó 20 segundos de máxima tensión cardíaca en el orgasmo. Por lo tanto, aquel paciente que alcance los 6 Mets sin cambios eléctricos ni clínicos, podrá mantener sin riesgo aparente una relación sexual.

Ergometria-protocolo-de-bruce

Así mismo, se debería de evaluar la Fracción de Eyección (FE) del paciente, para determinar su función ventricular o capacidad contráctil del corazón, mediante ecografía cardíaca o coronariografía.

Con estos datos, se pueden ponderar si el corazón puede fracasar a los requerimientos de un esfuerzo determinado, sea del tipo sexual o no.

El paciente puede evaluarse mediante la realización de un esfuerzo equivalente, éste sería el de caminar un kilómetro en 10-12 minutos, aproximadamente a una velocidad de 5 km/h sobre terreno llano (fase pre-orgásmica) y subir después unas escaleras de dos plantas de altura sin descanso en el rellano (fase orgásmica) no debiendo aparecer angina durante el esfuerzo, este equivaldría aproximadamente a los 5,5-6 Mets necesarios en condiciones normales para una actividad sexual completa sin riesgo.

Los diferentes autores de los estudios publicados difieren en cuando se debe reiniciar la actividad sexual tras un evento cardíaco isquémico. Difieren de 10 a 14 días a 21-28 días del alta hospitalaria. Todo dependerá del resultado de la ergometría y del grado NYHA (New York Heart Association).

Actualmente, con las posibilidades de revascularización coronaria temprana y completa, los riesgos han disminuido. El momento de iniciarlas está más en consonancia “tras un entrenamiento físico y psicológico adecuado y progresivo”.

Es recomendable aconsejar la posición usada habitualmente por la pareja, evitando posiciones forzadas que requieran un esfuerzo físico elevado para mantener la postura. Sin embargo, conforme el paciente mejore su capacidad funcional mediante el ejercicio físico controlado y un plan de marchas de rehabilitación y prevención cardíaca, pueden ir explorando otros caminos.

En cuanto a las relaciones extraconyugales, el temor al fracaso, obligación a ciertos resultados, el altruismo excesivo y la autoobservación o rol del observador pueden provocar un aumento del riesgo anginoso durante las mismas relaciones sexuales.

Las recomendaciones para relaciones homosexuales, son las mismas que para relaciones heterosexuales.

No debe desarrollarse actividad sexual cuando el paciente se sienta cansado, tras la ingesta moderada de alcohol, comidas copiosas, después de emociones fuertes (enfado o euforia), o bien haber realizado algún esfuerzo de importancia.

Se deben describir a los pacientes los signos de alarma durante o tras la actividad sexual y la importancia de comunicarlo al personal sanitario que usualmente lo atiende para su valoración:

  • Incremento de la frecuencia cardíaca
  • Aparición de palpitaciones o arritmia
  • Acortamiento de la respiración durante más de 15 minutos después de concluido el coito
  • Fatiga extrema al día siguiente de la relación
  • Opresión o dolor torácico durante o poco después de la relación sexual
  • Somnolencia intensa después de mantener la relación sexual

Si apareciera un cuadro anginoso durante la relación sexual, la primera actuación por parte del paciente es concluir la actividad inmediatamente, comenzando el protocolo de actuación del uso de nitratos, que debe conocer detalladamente todo paciente tras el alta hospitalaria.

Conviene consultar el evento con el personal sanitario que lo atiende habitualmente, para una valoración del tratamiento establecido.

Las barreras a la orientación sexual por parte de profesionales de la salud incluyen una expectativa que el paciente no quiere esta información, la falta de experiencia del profesional sanitario, la falta de formación, y las limitaciones de tiempo. Las barreras culturales y de lenguaje también pueden inhibir sensibles discusiones.

Los profesionales sanitarios deben tomar la iniciativa y no esperar a ser consultados, sino incluir esta información como algo natural, que forma parte esencial de la existencia y por tanto consustancial con el ser humano, quitando importancia al asunto, y siempre con el debido tacto, para no herir posibles susceptibilidades; seguro que sorprenderá la respuesta positiva y receptividad del paciente y su pareja.

Tras la lectura de los diferentes artículos se puede constatar que:

  • Existe miedo entre los pacientes a retomar la actividad sexual, ya sea por pensar que no van a poder soportar el ritmo de actividad que van a llevar a cabo, así como a padecer un nuevo evento isquémico durante la actividad sexual.
  • Los pacientes que retoman la actividad sexual suelen hacerlo con un rol más pasivo si lo comparan con anterioridad.
  • Los pacientes expresan déficit en la información por parte de los profesionales sanitarios sobre si se puede y cómo retomar las relaciones sexuales tras haber padecido un infarto.
  • Los mayoría de pacientes que reciben información sobre el retorno a la actividad sexual es porque ellos mismos preguntan las dudas e inician ese tipo de conversación con el profesional sanitario.
  • No se comparan cómo influyen los factores personales,  laborales, el estado anímico y el tratamiento medicamentoso en el retorno a la actividad sexual específicamente.

El papel específico de los profesionales de enfermería no está especificado en ningún estudio. En la mayoría habla de “profesionales sanitarios” para referirse a si los pacientes reciben consejos o no de profesionales de la salud. Algún artículo habla de facultativos o de psicólogos en cuanto a profesionales de la salud.


Este artículo está basado en la tesina realizada por Alba Villalobos Abelló para el Experto Universitario en Enfermería Cadriovascular realizado en Formación Alcalá.

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